Cerrar grietas en el legado de la juventud

Espacio Joven 22 de agosto de 2021 Por GUADALUPE RODRIGUEZ IBAÑEZ
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La adolescencia es una etapa en la que pasamos de ser niños a ser adultos. Está llena de cambios y desarrollo constante, en la que buscamos aceptación por parte de todo el mundo. 

Ser adolescente puede ser difícil, entonces solemos aferrarnos a ciertas personas, a las que llamamos ídolos, de las cuales basamos nuestra conducta y nuestro actuar frente a las adversidades que se nos presentan en esta etapa.

 Nuestros ídolos, que pueden ser famosos, cantantes, políticos, actores, influencers, etc, son los que nos influencian y forman nuestro carácter para cuando seamos adultos.

 Algunos se preguntarán: ¿Por qué los adolescentes imitan?

 A mi parecer, se podría decir que los adolescentes somos como unas esponjas dentro de un mundo lleno de pensamientos, creencias y costumbres, y que durante esta etapa previa a la adultez vamos absorbiendo todo lo que nuestro entorno nos brinda, ya sean cosas buenas o malas.

 Con todo esto que vamos absorbiendo, vamos formando nuestra personalidad y nuestro carácter, por lo que es una etapa muy importante para las personas, ya  que, según  el estímulo y  la  influencia  que  reciban  pueden dar  resultados  muy diferentes. 

Pero ¿Está mal imitar? En sí me parece que la idea de imitar no es mala, ya que todos lo hacemos en algún momento. Pero el problema con la imitación puede surgir del modelo que se elige para copiar.  

En esto  se  nota  la  diferencia  entre  un  adulto  y  un  adolescente.  Por  ejemplo,  cuando  un adulto  elige  imitar,  este  tiene  un  criterio  suficiente  como  para  elegir  un  modelo  digno  y  bueno. Pero  cuando  es  un  adolescente  el  que  elige,  cuya  personalidad  está  aún  sin  formar  y  que  tiene menos  recursos  para  evaluar  lo  que  está  bien  y  lo  que  está  mal, puede  ocurrir  que  elija  un  mal modelo para imitar. 

Y como si esto no fuera poco, en un acto de deshumanizar a nuestros ídolos, los glorificamos y ponemos  en  un  pedestal,  sacando  la  idea  de  que  ellos  también  son  humanos  y  como  cualquier humano puede cometer errores o simplemente estar equivocado en lo que afirma. 

Entonces a esto yo me pregunto: ¿Cuándo adoramos e imitamos a alguien nos preguntamos si lo que dice está mal o es incorrecto? ¿O simplemente cegamos nuestro juicio porque esa persona es nuestro ídolo? Esto podría responderse con lo que dije anteriormente, ya que al glorificarlos los convertimos en seres divinos que no realizan actos malos y los eximimos de culpa. Esos ídolos de barro que se construyen en base a la crítica del que piensa diferente, no tienen base sólida y se desmoronan rápidamente, pero aun así cumplen el propósito de influenciar a su público (mayoritariamente jóvenes) y ayudar a construir su personalidad. 

Cuando los jóvenes solo replican lo que dicen y hacen sus ídolos, sin importarle si esas cosas están bien o mal, esto se vuelve en un gran problema. 

Por esta razón me parece que, aunque los adolescentes sigan imitando a quienes admiran, algo que aunque intentemos erradicar es inevitable que pase, hay que poner foco en la importancia de que ellos cuenten con buenos modelos para imitar. Y de este modo, se podría ir cerrando la grieta entre estos dos conflictos

  Guadalupe

 

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