Científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) serán parte del proyecto financiado por agencias de cinco países de la UE y América Latina, entre la que se encuentra el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. El proyecto, consiste en estudiar el impacto de la dieta y la microbiota (flora) intestinal en la progresión de la enfermedad de Alzheimer, que afecta a uno de cada dos mayores de 80 años.
El mismo, será llevado adelante a partir de enero de 2018 y por tres años, en el marco del programa que propone nuevos enfoques preventivos para el Alzheimer “EU-LAC Health Neurodegeneration” y con una inversión de 584.500 euros.
La Dra. Laura Morelli, responsable del equipo argentino e investigadora del CONICET en el Laboratorio de Amiloidosis y Neurodegeneración, liderado por el DR. Eduardo Castaño en la FIL, menciono que, “si comprobamos que estos factores contribuyen a la aceleración de la enfermedad de Alzheimer, estaríamos en condiciones de diseñar estrategias para retrasar el deterioro cognitivo y aliviar la carga social de la demencia”.
Una de las causas o elementos que desencadenan o avivan la neuroinflamación y posteriormente el daño neuronal, aunque aún no se ha estudiado en profundidad, serían los hábitos alimentarios no saludables y su impacto sobre la microbiota intestinal.
El estudio será realizado en pacientes de Argentina, España, y Alemania, así como también en animales. Por esa razón, el grupo de la FIL proveerá ratas transgénicas que simulan la enfermedad de Alzheimer para diferenciar los efectos de la dieta de alto contenido de grasas en estadios tempranos y avanzados del deterioro cognitivo.
El grupo de la FIL proveerá ratas transgénicas que simulan la enfermedad de Alzheimer para diferenciar los efectos de la dieta de alto contenido de grasas en estadios tempranos y avanzados del deterioro cognitivo. Al mismo tiempo, los investigadores argentinos reclutarán en los centros médicos asociados pacientes con Alzheimer y controles con el propósito de evaluar su alimentación y analizar muestras de heces y de sangre durante un lapso de dos años.
Fuente: Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva