Ubicado en una terraza cercana al obelisco, se comprobó que el sonido superaba ampliamente el límite permitido.
En ellos se acopiaban hasta el techo, cartones, maderas, plásticos y papeles, todo lo cual implicaba un potencial riesgo no solo para el establecimiento sino las fincas linderas.
Los animales se encontraban hacinados, sin control veterinario y en malas condiciones higiénicas y ambientales. Diez de ellos eran cachorros en un estado de vulnerabilidad total.
El procedimiento ordenado por la fiscal María Valeria Massaglia se realizó en un establecimiento del barrio de Villa Crespo en el que funcionaban dos laboratorios.
El procedimiento lo llevó a cabo la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental e incluyó el secuestro de 48 aves y el labrado de actas por ejercer ilegítimamente la actividad.
La Unidad fiscal especializada en materia ambiental había iniciado la investigación a partir de una denuncia vecinal por olores nauseabundos y proliferación de roedores
El establecimiento contaba con habilitación para operar en el rubro textil, pero funcionaba como depósito de alimentos. Estaba plagado de excrementos de roedores, entre otras faltas graves.
Se decomisaron cuatro toneladas de carne almacenada que carecían de las mínimas condiciones de higiene y salubridad.
Construcciones que invadían dominio público y efluentes descargados a pocos metros del lago eran algunas de las infracciones.