En nuestro país ya se está aplicando el plasma de covalescientes para tratar enfermos con covid-19
La científica argentina Laura Bover, quien lidera un laboratorio en el M.D. Anderson Cancer Center de Houston, en Estados Unidos, convocó a un equipo de profesionales también argentinos, autodenominado CPC-19, y redactó los lineamientos que sirvieron de base para la elaboración de protocolos de utilización de plasma de pacientes recuperados de COVID-19 en el tratamiento de enfermos severos en centros médicos.
El 15 de mayo se dio a conocer la primera transfusión de plasma de convaleciente para uso terapéutico realizada en nuestro país. Era un paciente en grave estado con COVID-19 internado en el Hospital Abete de Malvinas Argentinas, en el conurbano bonaerense. Fue incluido en un protocolo liderado por el doctor Luis Cantaluppi, autorizado para su uso por el Comité de Ética del Hospital y por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
Se estima que en Argentina más de 90 pacientes recibieron ese tratamiento en diferentes centros médicos. Dichos pacientes mostraron mejoría. En los casos menos severos la recuperación fue más rápida y la viremia (cantidad de virus en la sangre) disminuyó en todos los casos drásticamente.
De acuerdo con ClinicalTrials.gov, una base de datos de estudios clínicos financiados con fondos públicos y privados realizados en todo el mundo, a nivel global se están realizando 105 estudios diferentes, un número creciente día a día, utilizando plasma de convaleciente para enfermos de COVID-19.
Según afirmó Bover “Mientras no existan drogas efectivas para combatir el COVID-19 ni una vacuna para prevenirlo, la transfusión de plasma de convaleciente, con alto título de anticuerpos neutralizantes, a pacientes en estado crítico y que no responden a otros tratamientos, podría ser una alternativa terapéutica válida”,
En Estados Unidos, ya se llevan tratados más de 18.000 pacientes severos con plasma de convalecientes, bajo el protocolo de acceso expandido liderado por Clínica Mayo.
Bover fue investigadora del CONICET entre 1979 y 2002 y, en Houston dirige un laboratorio donde ha desarrollado más de 350 anticuerpos monoclonales para investigación básica, translacional y clínica. Algunos de esos anticuerpos han sido licenciados a empresas farmacéuticas y se hallan en ensayos clinicos de Fase 1.
En una entrevista con la Agencia CyTA-Leloir, la científica describe diferentes detalles sobre el proyecto que lidera para promover la extracción de plasma sanguíneo de pacientes recuperados y su uso terapéutico en pacientes enfermos de COVID-19.
Explica que este es un proceso muy similar a la donación de sangre, pero en este caso se utiliza una máquina (de aféresis) que realiza la extracción de sangre, separa el plasma (parte líquida de la sangre, de color amarillo) y devuelve al donante los glóbulos rojos, blancos y plaquetas en solución fisiológica. Con la donación de plasma de un paciente recuperado que concentra anticuerpos neutralizantes contra el nuevo coronavirus (SARS-Cov-2) se pueden tratar alrededor de tres pacientes severos. Los servicios de hemoterapia de los hospitales suelen adaptar sus propios protocolos existentes a las especificaciones requeridas para el plasma de convalecientes de COVID-19.
Aclara que el plasma de los pacientes recuperados no tiene en todos los casos el mismo potencial terapéutico. Se deben seleccionar aquellos que tengan una adecuada concentración de anticuerpos que además tengan capacidad neutralizante para el nuevo coronavirus.
Explica que “ el test serológico “COVIDAR IgG”, aprobado por ANMAT y desarrollado por Andrea Gamarnik y equipo en el Instituto Leloir, sirve para medir la cantidad de anticuerpos específicos contra el virus que tiene un plasma. Esto es importante en el momento de seleccionar plasmas de personas recuperadas con mayor cantidad de anticuerpos que podrán ser empleados para terapias. Una vez obtenido el plasma, nuestros lineamientos sugieren el modo seguro y apropiado para transfundirlo (aplicarlo) a los pacientes. El uso de plasma de convaleciente es una terapia experimental que hay que probar con cautela, pero por antecedentes e historial, es eficaz y de baja toxicidad. Y puede impedir que el enfermo evolucione negativamente hacia una situación de gran riesgo para su vida”.
Fuente: Agencia CyTA- Fundación Leloir