La otra cara de la adicción
Planteate la siguiente situación hipotética: entras a un bar, un restaurante o cualquier espacio similar para pasar la noche con un círculo íntimo de tu agrado. El panorama general es el de siempre, no hay nada nuevo: gente comiendo, charlando y lo que más impacto causa: la mayoría de ellos, bebiendo bebidas alcohólicas y/o fumando. No te resulta raro, puesto que a las personas les gusta consumir esas cosas y hay un sinfín de antros nocturnos en donde es fácil conseguir de todo. Fue bastante sencillo detectar lo que pueden ser potenciales “adicciones” en mayor o menor medida ¿no? ahora bien, fijate que al igual que ves a las personas en el bar con este tipo de conductas, también es muy frecuente verlas pegadas al teléfono, atendiendo llamadas del trabajo en lo que debería ser su tiempo de ocio o que tienden a comportamientos relacionados a la higiene de más.
¿Nunca te pasó? ¿De salir con alguien que se la pasaba en las redes sociales o incluso hablando con otras personas? Y es que en realidad, estas también son adicciones en cierto modo, pero las hemos estado naturalizando a tal punto de casi ser imperceptibles para nosotros, ¿Por qué permitimos esto? ¿Acaso creemos que estos apegos son menos peligrosos que por ejemplo, estupefacientes? Esto se debe a que cuando uno nombra la palabra “adicción”, está erróneamente vinculada solo al consumo de sustancias tanto legales como ilegales, pero jamás a actos relacionados al abuso del trabajo, la limpieza o el orden… Y es que tal y como dice el dicho, todo, absolutamente TODO, en exceso es malo.
Hoy en día, hay tantos tipos de adicciones como de personas adictas y pareciera que todavía no somos lo suficientemente conscientes de eso. Aparentemente, esto se da de manera aún más considerable porque en la actualidad, uno puede ser adicto a cualquier cosa, basta con incorporar un hábito insano a tu rutina y el resto es cuestión de tiempo. Pero todavía no respondimos la principal cuestión: ¿Qué es una adicción? Se dice que es un hábito de conductas peligrosas (principalmente el consumo de drogas) que no se pueden evadir o resulta difícil hacerlo, a causa de dependencia psicológica y fisiológica. Según este enunciado, se estipula que GENERALMENTE las adicciones están ligadas a hábitos relacionados a elementos como el alcohol o las drogas, pero jamás se habla de los otros tipos de dependencia, que son mayor o igualmente complejos que estos ya conocidos.
Las llamadas adicciones “intangibles” o “comportamentales” consisten en la automatización de un comportamiento de forma tan descontrolada, que es incluso perjudicial para el desempeño en la vida diaria de una persona. Estos actos, a simple vista, parecen ser completamente inofensivos, como puede ser limpiar la casa constantemente o quedarse hasta un poco más de la cuenta terminando cuestiones del trabajo, pero incluso actitudes como estas pueden convertirse adictivas en grandes dimensiones… Quien padezca dependencia a una determinada acción, no puede evitar repetirla, una y otra vez. La clave del asunto no es el tipo de adicción en sí mismo, sino la relación que uno lleva con ello en la cotidianeidad, debido a que en casos como estos, el individuo deja de tener control sobre la actividad y pasa a ser algo monótono, agravando así las consecuencias.
Esta dependencia a realizar “X” diariamente, puede ser producto de dos factores, que son los más frecuentes. Por un lado, está el deseo y la iniciativa personal de conllevar esta actitud; si bien llega un punto en donde ya no se tiene control sobre la situación, al comienzo hay varias chances de frenar todo y es uno al fin y al cabo el que decide continuar. Por otro lado (y creo que el más importante) está el entorno en donde uno se encuentre. Si continuamente me relaciono con personas que viven a través del trabajo, probablemente me sienta incentivada a seguir ese estilo de vida, creándose así la ocasión de que se dé una especie de apego. Conductas de este tipo, pueden llevar a poner en riesgo muchos aspectos en el día a día del ser humano, incluso dentro de los mismos parámetros de aquel que es adicto a un producto en particular… En definitiva, el objetivo de cualquier tipo de adicción, es buscar y satisfacer esa abstinencia que uno tiene.
Esta situación la totalidad de las veces, deja consecuencias hasta incluso permanentes en el individuo. Pero lo que nadie dice, es que los adolescentes (y los jóvenes en general) son los más afectados y paradójicamente, los que más consumen y llevan consigo alguna adicción. Sucede que, al ser juveniles y que a causa de ello consumen tanto de todo, es casi inevitable conseguir que no se vuelvan apegados a cierto hábito. Tanto las adicciones normales como las “intangibles”, pueden ser causa de dos factores fundamentales. En un comienzo, pueden ser fruto de los cambios típicos en esta etapa de la vida, en la que suelen haber muchas preocupaciones y temores diariamente; las adicciones, entonces, pueden servir a modo de “calmante” para de alguna forma evadir cualquier problema presente. No obstante, también puede darse por nada más y nada menos que nuestra preponderante “Sociedad de consumo”. Este famoso termino nos hizo tan abundantes materialmente, que ya no reconocemos hasta qué punto debería estar o no permitido el acto de consumir. Los jóvenes (los que más consumen, ya que una de sus características predominantes es estar a la moda en todo ámbito habido y por haber) se ven atraídos por el aún vigente lema del consumismo que les dice: “hacelo, solo se vive una vez”. Haciendo honor a ese slogan, nuestra futura generación se ve incentivada a experimentar con cosas, tanto sustancias como conductas, que son altamente peligrosas y dañinas. Y de esta forma es que obtenemos adultos adictos en potencia que dejan de lado completamente sus proyectos de vida para centrarse únicamente en saciar la carencia de la adicción. Asimismo, esto nos deja personas mentalmente insanas que no son del todo eficaces para cumplir con todo lo que demanda la vida misma.
Uno de los conflictos más grandes que tiene esta situación, no es el hecho en sí de convivir con un hábito toxico, sino que la sociedad en general suele minimizar estas problemáticas o incluso, discriminar a quien la padece. ¿Nunca escucharon la frase: “ese se la pasa todo el día con la computadora”? ¿O “no hace otra cosa más que estudiar”? resulta que estas connotaciones negativas de alguna forma llegan a oídos de la persona afectada, la cual posiblemente a causa de eso, se sumerja aún más en lo que para ella significa una “zona de confort”. Por increíble que parezca, un individuo que carga con una adicción no va a darse cuenta de ello a base de comentarios de este tipo (nótese el sarcasmo), sino que logrará el efecto inverso. Es lógico que se muestre mucho más efectivo sentar a esa persona y hablarle al respecto para que, a partir de un largo proceso, pueda empezar a ser consciente de su apego hacia el comportamiento malsano y de esa forma, modificarlo.
La Dirección Nacional del Observatorio Argentino de Drogas (DNOAD) realizó un estudio a fines del 2016 sobre el consumo de sustancias psicoactivas entre los jóvenes. Fue interesante descubrir que el 21% de los adolescentes varones, advirtieron que han comenzado a tomar alcohol desde antes de los 15 años, mientras que 9 de cada 10 mujeres, recién a partir de esa edad. Por otra parte, la mayoría de los entrevistados de entre 12 y 15 años afirmaron que se emborracharon y atracaron con bebidas fuertes (como por ejemplo, el vodka) durante el último mes, más frecuentemente de lo esperado. Si estas cifras parecen impactantes, imagínense como sería esa encuesta a día de hoy, cinco años después…
La cuestión de las adicciones es un tema particularmente delicado de hablar y de tratar debido a que conlleva (en caso de haber) una recuperación que casi nunca es lineal y con constantes altibajos, tentaciones y sobre todo mucho esfuerzo por parte de la persona que la padece. Es por eso que a modo de concientización, es necesario entender que no podemos seguir subestimando estos asuntos para seguir empeorando así el resultado definitivo, sino al contrario… debemos comenzar a promover la educación y enseñanza sobre esta temática y sus graves repercusiones en el futuro, y que las personas ya desde una temprana edad, les demos un uso más perceptivo a nuestras actividades no solo para finalmente lograr que nadie llegue a este nivel de dependencia sobre un “algo”, sino para poder evolucionar en este aspecto como sociedad y ser más responsables de nuestros actos, mejorando así nuestra calidad de vida y porvenir.
Por Agustina Urcelay