Venezuela, con estrellas que no pueden brillar
Los venezolanos han marchado y protestado ya por muchos años. Luego de 18 años bajo el régimen
chavista y actualmente con Nicolás Maduro como presidente, el país ha decaído fuertemente y ha entrado en una crisis humanitaria.
Todos los aspectos de la vida de los venezolanos; comenzando por la alimentación, la salud y la educación, han sido afectados bajo este gobierno que no hace más que quitarle los derechos a todos y cada uno de los ciudadanos radicados en Venezuela.
La escasez de alimentos básicos es el principal conflicto de todos. Un sueldo mínimo nos les alcanza para cubrir las tres comidas de un par de días. Niños, jóvenes y adultos pidiendo en la calle, comiendo de la basura para poder sobrevivir un día más. Porque eso es lo que hacen, sobrevivir. La inflación es cada vez peor. Y sumado a las regulaciones por parte del gobierno, que restringe al venezolano a comprar una vez por semana (en los supermercados con precios controlados) una determinada cantidad de productos, en consecuencia, mueren de hambre. Las largas colas de personas, por horas y horas, esperando para poder comprar alimentos se han vuelto parte del paisaje venezolano. Los supermercados no venden y la guardia civil está siempre presente, con el fin de restringir y controlar. Venezuela se encuentra bajo un manto de desnutrición inhumano que tiene que parar.
Cuando un paciente llega al hospital se le entrega un documento donde está detallado cada insumo que se necesitará para atenderlo, ya que el hospital solo ofrece la cama y los médicos. Cuándo este los haya obtenido, ingresa para ser atendido. Las cifras en los hospitales públicos son escalofriantes. Durante los últimos años más de 10.000 médicos han abandonado Venezuela. Hay más de 5.000 cirugías en espera. Y de 45.000 camas solo 16.000 están habilitadas. Enfermedades erradicadas hace ya más de una década o dos se han vuelto epidemias por la falta de medicamentos básicos y limpieza. La mortalidad infantil y maternal ha aumentado un 40% en dos años.
Los hospitales privados son un lujo que solo la clase alta de la sociedad venezolana puede obtener. Los
seguros sociales cubren poco y nada; (uno básico no incluye una extracción de sangre). Van a los hospitales a morir, porque ni siquiera pueden recibir cuidados paliativos.
“Las escuelas públicas están lavándole el cerebro a nuestros niños y de lo que le hablan es de pura política” dice una madre, que trabaja muy duro para poder pagarle la escuela privada a su hijo. Los libros de textos muestran tanto a Chávez como a Maduro junto a Simón Bolívar; los problemas matemáticos se basan en los sistemas socialistas que han sido implementados por el gobierno. Así mismo el nivel académico es muy bajo con el fin de erradicar el pensamiento propio y adoctrinar a los venezolanos a favor del gobierno. Aquellos maestros o profesores que están a favor de la oposición son destituidos de sus cargos.
El sufrimiento venezolano es el sufrimiento latinoamericano. Hagamos, desde nuestro lugar, todo lo que podamos. Que el resto del mundo sea el grito de aquellos que fueron silenciados. “No nos abandonen” es el pedido de nuestros hermanos, que se mueren o son asesinados mientras otros ganan poder y bienes.
Muchos han abandonado su patria para poder conseguir una vida mejor, aunque incluso ellos siguen durmiendo en las calles. Pero no todos tienen esa posibilidad y deben vivir bajo esta dictadura ya sin esperanzas. Y gritan: “Queremos nuestra Venezuela de antes”.
Eugenia Pilar Sanchez